Lección 43












Lección 43: Dios es mi Fuente. No puedo ver separado de Él.

Dios sabe que todo es Amor, que todo es Él. El Conocimiento es certeza, certeza de que todo es lo mismo, todo es Amor. La certeza es poder. Dios no juzga porque conoce la Verdad, y tú, al ser Su Hijo, al ser tu mente parte de Su Mente, al ser Dios tu Fuente, Eres Uno con Él, por eso piensas y ves como Él , salvo que creas ser quien no eres

Mientras te creas un cuerpo no tienes certeza de Quién Eres, porque no te conoces, entonces, en vez de ver, en todo, lo que tú Eres, interpretas, juzgas, clasificas lo que ves porque, para ti, lo que ves está separado de ti, es distinto a ti, es decir, percibes, porque te crees un cuerpo. Dios no percibe, Dios ve porque sabe Quién Es. Adquirir el Conocimiento de Dios es tener la certeza de que ERES el Hijo de Dios, ERES Uno con Dios. Te identificas con el Amor y no con el miedo.

Percibir no es ver, proyectas las imágenes que tú eliges ver y luego dices que las ves. Siempre ves lo que quieres ver, y gracias a que siempre eliges lo que quieres ver, puedes elegir ver un mundo de Amor en vez de un mundo de dolor, enfermedades y muerte porque, si lo haces, aprenderás que Amor es lo que Eres. Adquirirás certeza. 

El Espíritu Santo/Jesús te conduce a esa única elección, a que elijas, en todo momento, el Amor en vez del miedo, a que elijas recordar que estás unido a Dios, que Dios es tu Fuente, lo que significa que su Creación no puede ser distinta a lo que Él ES. El Espíritu Santo/Jesús se encarga de enseñarte a no interpretar, a no juzgar, lo que percibes, sino a verlo todo como lo mismo

A cada instante puedes elegir no rechazar nada de lo que percibes y ver todo como parte de ti y, al hacerlo, estarás eligiendo percibir correctamente y recordar Quién tú Eres. Gracias a que Dios es tu Fuente no puedes ver separado de Él

Si no ves paz, alegría, la perfección del Ser (el Amor), entonces, estás viendo ilusiones, no estás pensando ni viendo como lo hace un Hijo de Dios, como Aquel que es Uno con el Amor, sino que estás rememorando el pasado, lo que crees que es verdad. El Espíritu Santo/Jesús siempre te avisa cuando estás errado, puedes elegir escucharlo o ignorarlo. Si Lo escuchas, volverás a recordar Quién tú Eres, volverás al presente, al Yo Soy, a tu conciencia de Unidad con Dios. Dios es tu Fuente y no puedes ver separado de Él, y Le entregarás esas ilusiones, tus pensamientos errados, para que sean transformados en la Verdad que tú Eres y todo ES, entonces, se obrará el milagro. 

Tú no esperas el milagro, tú sabes que ya está hecho porque la Verdad es Amor, lo que tú Eres. Es así como, paso a paso, vas recordando tu verdadera Identidad. A este proceso el Espíritu Santo/Jesús lo llama perdonar. Perdonar no es más que llevar las ilusiones ante la Verdad. Perdonar es apartar todos tus pensamientos errados de tu mente para que puedas ver la Verdad de Quién Eres. Perdonar es ver a través de los ojos del Amor, del Ser Unificado, del Ser que sabe que lo real es la perfección de Dios. 

Tu objetivo es reconocer la perfección de Dios en todo, porque todo está en tu mente y tu mente está en la Mente de Dios. No puede haber imperfección en la Mente de Dios, no puede haber imperfección en tu mente; si crees percibirla,  ten por seguro que es una ilusión, no es verdad. Eleva tus pensamientos, percibe correctamente y entrégale al Amor lo que no es verdad. Tu percepción correcta es pura fe en Quien en verdad Eres, es pura fe en tus hermanos, que son parte de ti. Los milagros que el Amor te entrega son Su muestra de gratitud por haber sido reconocido.

Percibir es una función del cuerpo, que utilizan tanto el ego como el Espíritu Santo, pero con un propósito muy distinto. El ego lo utiliza para que veas erradamente y creas que lo que estás viendo es real, el Espíritu Santo/Jesús le da a la percepción un propósito santo, el de percibir todo ser y toda cosa como parte de ti, del Hijo de Dios. Solo una percepción sana puede perdonar verdaderamente, al ser consciente de que solo la Verdad es verdad.

Es tu fe en el Amor que en verdad Eres lo que transformará el mundo. Eres un obrador de milagros, los milagros se suceden en cuanto llevas a cabo tu función de perdonar lo que no es real. 

"Una percepción que ha sanado se convierte en el medio por el que el Hijo de Dios perdona a su hermano y, por ende, se perdona a sí mismo."

"Cuando despiertas al Amor, estás simplemente olvidando lo que no eres, lo cual te capacita para recordar lo que sí Eres." UCDM

"¿Qué le ocurre a la percepción en ausencia de juicios o de nada que no sea perfecta igualdad?  Percibir se vuelve imposible. La verdad sólo puede conocerse. Toda ella es igualmente verdadera, y conocer cualquier parte de ella es conocerla en su totalidad. Únicamente la percepción entraña una conciencia parcial. El Conocimiento trasciende las leyes que gobiernan la percepción porque un conocimiento parcial es imposible.  El Conocimiento es Uno y no tiene partes separadas.  Tú que eres realmente uno con él, sólo necesitas conocerte a ti mismo para que tu conocimiento sea total.  Conocer el milagro de Dios es conocerlo a Él." UCDM
Nuestro pequeño consejo, resultado de nuestra experiencia:
Toma el libro de texto y ábrelo al azar, o si lo tienes en PDF, desliza el ratón por el cursor al azar. Allá donde se detenga, eso es lo que el Espíritu Santo/Jesús te aconseja poner atención. Aunque quizás no te lo parezca, te ayudará en la práctica de la lección de hoy. ¡Disfruta!


La percepción no es un atributo de Dios. El ámbito de Dios es el del conocimiento. Sin embargo, Él ha creado al Espíritu Santo para que sirva de Mediador entre la percepción y el conocimiento. Sin este vínculo con Dios, la percepción habría reemplazado al conocimiento en tu mente para siempre. Gracias a este vínculo con Dios, la percepción se transformará y se purificará en tal medida que te conducirá al conocimiento. Ésa es su función tal como la ve el Espíritu Santo. Por lo tanto, ésa es en verdad su función.

En Dios no puedes ver. La percepción no tiene ninguna función en Dios, y no existe. Pero en la salvación, que es el proceso de erradicar lo que nunca fue, la percepción tiene un propósito sumamente importante. Habiéndola inventado el Hijo de Dios para un propósito no santo, tiene que convertirse ahora en el medio a través del cual se le restaura su santidad en su conciencia. La percepción no tiene significado. Sin embargo, el Espíritu Santo le otorga un significado muy parecido al de Dios. Una percepción que ha sanado se convierte en el medio por el que el Hijo de Dios perdona a su hermano, y, por ende, se perdona a sí mismo.

No puedes ver separado de Dios porque no puedes estar separado de Dios. Todo lo que haces, lo haces en Él, porque todo lo que piensas, lo piensas con Su Mente. Si la visión es real, y es real en la medida en que comparte el propósito del Espíritu Santo, entonces no puedes ver separado de Dios.

Hoy son necesarias tres sesiones de práctica de cinco minutos cada una. La primera debe hacerse lo más temprano que puedas; la segunda lo más tarde posible, y la tercera en el momento más oportuno y adecuado que las circunstancias y la buena disposición permitan. Al comienzo de estas sesiones repite la idea de hoy para tus adentros con los ojos cerrados. Luego mira a tu alrededor brevemente, aplicando la idea específicamente a lo que veas. Cuatro o cinco objetos durante esta fase de la sesión de práctica serán suficientes. Podrías decir, por ejemplo:

Dios es mi Fuente.
No puedo ver este escritorio separado de Él.
Dios es mi Fuente.
No puedo ver ese cuadro separado de Él.

Si bien esta parte del ejercicio debe ser relativamente corta, asegúrate, en esta fase de la práctica, de seleccionar los objetos tan al azar como sea posible, sin controlar su inclusión o exclusión. Para la segunda fase, la más larga, cierra los ojos, repite la idea de hoy nuevamente, y luego deja que cualquier pensamiento pertinente que se te ocurra sea una aportación a la idea de hoy en tu propio estilo particular. Pensamientos tales como:

Veo a través de los ojos del perdón.
Veo el mundo como un lugar bendito.
El mundo me puede mostrar quién soy.
Veo mis propios pensamientos, que son como los de Dios.

Cualquier pensamiento que en mayor o menor medida esté directamente relacionado con la idea de hoy es adecuado. Los pensamientos no tienen que tener una relación obvia con la idea, pero tampoco deben oponerse a ella.

Si ves que tu mente se distrae o si comienzas a notar la presencia de pensamientos que están en clara oposición a la idea de hoy, o si te resulta imposible pensar en algo, abre los ojos, repite la primera fase del ejercicio, y luego intenta de nuevo la segunda. No dejes transcurrir grandes lapsos de tiempo en los que te enfrascas en pensamientos irrelevantes. Para evitar eso, vuelve a la primera fase del ejercicio cuantas veces sea necesario.

Al aplicar la idea de hoy durante las sesiones de práctica más cortas, la forma de la idea puede variar de acuerdo con las circunstancias y situaciones en las que te encuentres en el transcurso del día. Cuando estés con otra persona, por ejemplo, trata de acordarte de decirle silenciosamente:

Dios es mi Fuente.
No puedo verte separado de Él.

Esta variación puede aplicarse por igual tanto a desconocidos como a aquellas personas con las que crees tener una relación íntima. De hecho, evita a toda costa hacer distinciones de esta clase.

La idea de hoy también debe aplicarse en el transcurso del día a las diversas situaciones y acontecimientos que puedan presentarse, especialmente a aquellos que de alguna forma parezcan afligirte. A tal fin, aplica la idea de esta manera:

Dios es mi Fuente.
No puedo ver esto separado de Él.

Si en ese momento no se presenta en tu conciencia ningún sujeto en particular, repite simplemente la idea en su forma original. Trata de no dejar pasar grandes lapsos de tiempo sin recordar la idea de hoy y, por ende, sin recordar tu función.

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El vídeo que puedes ver aquí abajo, contiene la lección de hoy comentada por Ken Wapnick.  Este material es de una gran ayuda pero es más fácil de seguir si tienes una cierta familiaridad con los conceptos básicos del curso.






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Texto de Un Curso de Milagros