Lección 57







"Tus cadenas están sueltas" puedes librarte de ver un mundo donde hay conflictos, enfermedad y muerte, puedes librarte de todo el dolor, de todo el sufrimiento que sientes, eligiendo pensar de otra manera. No tienes por qué continuar dando tu fe a lo que no te da paz. La paz no consiste en momentos de tranquilidad puntuales, la paz verdadera es continua porque es eterna.

A cada momento estás eligiendo estar separado del Amor, estás eligiendo rememorar el mundo que inventaste en vez de sentir el Amor en ti.  Al creer no sentir Su Amor sientes miedo y culpa por tu "pecado" y no quieres sentirlo en ti y lo proyectas "afuera" en el mundo que inventaste, ver la culpa y el miedo en los demás te hace sentir cierto alivio, y confundes eso con amor.  Sólo estás en una "falsa paz" que en cualquier momento puede quebrarse porque la culpa y el miedo siguen en ti. 

Cuando tu paz se altera, inmediatamente buscas un culpable, vuelves a sentir ese "vacío" en tu interior (tu falta de Amor). Crees que castigando al culpable de que no sientas el Amor en ti se mitigará la "venganza" de Dios por tu "pecado", entonces, Su venganza no irá dirigida a ti sino a ese otro, es por eso que, sin saberlo, te gusta ver las desgracias ajenas, porque inconscientemente crees que la venganza divina ha recaído en quien sí debe ser "culpable" y no tú. Y si la "venganza divina" recae sobre aquellos que consideras más "especiales" o recae sobre tu propio cuerpo es porque tu culpa inconsciente es muy intensa, crees merecer ese "castigo" porque "no tienes derecho a Su Amor".  Pero te equivocas.

Dios te Ama infinitamente, no sabe de venganzas, Él ES Amor y sabe que nunca te has separado de Él. Tú Eres lo que Él ES, pues te creó de sí mismo. Sigues aferrado a tu sueño porque sigues escogiendo estar separado del Amor (no sentir Su Amor en ti). Estás viendo el mundo al revés de como tendrías que verlo, lo miras creyendo que el Amor de Dios no está en ti, que no puedes sentirlo, y lo crees, porque al enseñar a tu mente (que crees dividida) que es culpable (culpando a otros), aprendiste a sentir culpabilidad y miedo, aprendiste a vivir separado del Amor. 

Solo la culpa y el miedo te impiden dejar entrar al Amor en ti, si enseñas lo que no eres eso es lo que aprendes a ser.  Necesitas enseñar lo que sí Eres para poder recordar Quién Eres. Si tus pensamientos están relacionados con la culpa y el miedo, y lo están si lo que ves es un mundo de culpa y miedo, no puedes sentir el Amor de Dios. Primero tienes que aquietar tu mente de todos esos pensamientos, de todo lo relacionado con tu sueño, pues nada de eso es real, para poder dejar entrar al Amor.

Que alguien te diga que Eres Amor te parece una locura pero eso te ocurre porque no recuerdas el Amor en ti, eso no te hace culpable de nada. El Amor sigue en ti, a la espera de que decidas dejarlo entrar una vez hayas aquietado tu mente de los pensamientos del mundo, sólo con desearlo verdaderamente basta para que suceda, sentirás Su Amor abrazarte, lo que te provocará una gran alegría en tu corazón, sin palabras, sin forma, esos son tus verdaderos pensamientos, y descubrirás que has estado equivocado al poner tu fe en tus ilusiones pues lo que ves ahora nada tiene que ver con la culpa y el miedo, sino con la paz y con la dicha. Por lo tanto, hay otra manera de ver el mundo, de ti depende.

Cuando tenemos pensamientos de ataque y nos separamos de nuestros hermanos los miramos con mucha dureza porque creemos percibir su culpa. Nuestra mente se llena de pensamientos acusadores, de recuerdos de un pasado que ya no está aquí pero que queremos perpetuar en nuestra mente para poder seguir juzgando y castigando. Pero siempre podemos ver a nuestros hermanos de otra manera, siempre podemos soltar el pasado, podemos aquietar nuestra mente y desear la Verdad en vez de las ilusiones, y sentirla en nuestro interior. Su Luz siempre nos muestra la inocencia de nuestros hermanos, si nos permitimos sentirla. Bajo Su Luz vemos un mundo completamente inocente, cuando sentimos miedo y culpa nos sentimos solos porque hemos apartado el Amor de nuestra mente.

No nos damos cuenta de lo serios que nos ponemos cuando miramos a nuestros hermanos separadamente, somos duros e inflexibles con ellos porque recurrimos a nuestro pasado, nos resistimos a creer que estamos equivocados. Queremos tener razón por encima de todo. Pero, ¿Queremos tener razón o ser felices? No podemos tener ambas cosas, tener razón es mantener en nuestra mente la idea de que nos separamos del Amor, pero no es así, estamos equivocados.

Pongamos un ejemplo:

Eres profesor en un escuela de secundaria, tus alumnos adolescentes están haciendo tu vida imposible, en especial uno de tus alumnos no deja de responderte y de amenazarte, y en tu fuero interno lo temes. No sabes qué hacer y te has planteado muchas veces cambiar de centro, pero no lo haces porque tienes miedo que el nuevo centro sea peor que este. Tu vida poco a poco se está convirtiendo en un infierno y eso está perjudicando tu salud. (No te das cuenta de que lo que ves "afuera" es el resultado de tus pensamientos errados, tu mente-ego te proyecta ese escenario para que lo veas desde la separación, sin Amor. Pero recuerda que para el Espíritu Santo/Jesús -tu Mente Superior- el propósito de todo es el perdón, lo que significa que solo tienes que abrirle la puerta al Amor...)

Un buen día un buen amigo te dice que hay otra manera de ver a tus alumnos, puedes verlos con bondad y amor, y tú te ríes.  ¿Cómo vas a verlos con bondad y amor si son unos "diablos"? Si pero, te continua diciendo tu amigo, ¿Prefieres tener razón o ser feliz? 

Te vas a casa y piensas mucho en ello, estás al límite y no tienes nada que perder. Además, ¿y si estuvieras equivocado? Y trazas un plan, escribes en el cuaderno donde evalúas a tus alumnos, cómo los estás viendo ahora, sin tener en cuenta lo que conoces de ellos, tratas de encontrar en cada uno cualidades que antes habías descartado, y pasas casi toda la noche escribiendo cosas hermosas, plenas de cariño, acerca de cada uno de tus alumnos, en especial del que más miedo tenías. Ahora los ves a todos con Amor, los comprendes y deseas darles a todos tu cariño. 

Has cambiado tu manera de pensar con respecto a ellos, y vas a clase lleno de esperanza. Ya en el aula, sientes que tu rostro se ha suavizado, no frunces el ceño ni cierras los labios con dureza, no tienes miedo de lo que sientes porque ves a tus alumnos como parte de ti, sientes que estás unido a ellos (sin saberlo aún, lo que sientes es Amor), los miras con alegría y sonríes, y ellos te devuelven la sonrisa. Los estás viendo como en verdad son, y al reconocerlos como parte de ti, ellos ya no sienten rechazo hacia ti como tú no lo tienes hacia ellos, sólo el cabecilla se resiste aún, pero poco a poco, a lo largo de unos días, va venciendo toda su resistencia al Amor, gracias a que tú has continuado impertérrito pasando por alto toda ilusión de miedo y culpa que pudieras percibir, firme en sentir y ver el Amor en todo. Gracias a que mantienes tu propósito de ver Amor en vez de miedo, ahora puedes forjar una estupenda relación con todos tus alumnos, ya sabes qué hacer en cuanto tu paz se altere. Ya no temes lo que ves porque comprendes que tus alumnos sólo te estaban pidiendo Amor, y gracias a que ahora lo ven en ti ellos son libres de sentirlo también. Han recordado por el simple hecho de que solo hay una sola mente, al cambiar tú, ellos han cambiado porque son un producto de tu mente.

Esta relación ahora está sanada, el perdón ha transformado tus pensamientos errados en pensamientos reales y eres feliz, has aprendido que puedes elegir de nuevo siempre que quieras,  puedes ver paz en vez de guerra, es tu elección.

Lo que veías eran tus pensamientos de ataque hechos forma y al soltarlos y entregar esos pensamientos al Amor, al Espíritu Santo/Jesús, empezaste a pensar en ellos con Amor y a verlos de otra manera. En paz. Los pensamientos de ataque que proyectas en las ilusiones no muestran la Verdad, no muestran la bondad, la inocencia y perfección de tus hermanos, solo cumplen el propósito del ego: mantenerte en el engaño. Pero tú estás aprendiendo a ver las ilusiones con otro propósito: el perdón. Estás enseñando lo que Eres, Amor, y eso es lo que estás aprendiendo.

Al principio tus pensamientos tienen forma porque recurres a lo que conoces, a tu pasado, pero a medida que avanzas en el proceso de perdonar tus pensamientos de ataque, te darás cuenta de que silencias más tu mente hasta que en ella solo hay Amor porque sólo sientes Amor. Es tu oración de gratitud al Amor por ayudarte a recordar tu verdadera Identidad. Cuando sueltas tus pensamientos del pasado te liberas, al ver el mundo como en verdad es, libre de culpa.

Perdonar es simplemente el proceso de llevar tus pensamientos de ataque, tus pensamientos errados, a la Luz del Amor, porque sabes que esos no son tus pensamientos reales, tus pensamientos reales solo pueden mostrar Amor, paz, bondad, alegría. Aprendes a ver el mundo como parte de ti, está en tu mente y no fuera de ella. 

Ahora estás más alerta ante todo pensamiento de ataque, cuando algo o alguien altera tu paz te recuerdas a ti mismo que podrías ver paz en lugar de eso que estás viendo, no tienes que pensar grandes cosas, simplemente déjaselo todo al Amor, este es un momento de comunión, un instante santo, lo que veas no depende de ti sino de Él, tu función es sólo una, el de llevarLe  tus pensamientos errados,  porque has reconocido que estabas equivocado, que no era (eso que estabas percibiendo) real. Así es como el Espíritu Santo/Jesús te enseña a pensar como Dios piensa, por medio del perdón. Así es como empiezas a ver la santidad en todo, su inocencia y perfección, aprendiendo a pensar como Él y a enseñar (por medio de tu actitud amorosa y bondadosa para con todo) que estás siempre con Él.

Recuerda pues, nada de lo que te sucede es casual, todo sirve a un mismo propósito, no dar valor a las ilusiones, todo lo que percibes es parte de ti (miras con Amor y no con miedo), es decir, miras sintiendo el Amor en ti y dejando que Él obre a través de ti, porque así verás a tus hermanos como en verdad son. Entonces tu comportamiento será completamente distinto, serás más amable y bondadoso, porque ahora no estás solo, estás con el Espíritu Santo/Jesús, el Amor. Siempre te relacionas con el Espíritu Santo/Jesús solo que habías preferido creer que te relacionabas con seres y cosas distintas a ti, pero ahora estás aprendiendo a verlo a Él en todo pues lo sientes en tu mente, y comprendes entonces, tu mente es parte de la de Dios, eres muy santo, lo que significa que todo es tan santo como tú. Todo es tu mente.

No te tomes la vida como algo que hay que sobrellevar, no eres una víctima del mundo sino que todo lo que te sucede es para tu beneficio, para que perdones, y cuando no lo haces ten por seguro que esa experiencia se repetirá con otra forma (quizás hasta otros personajes) hasta que finalmente te decidas por el perdón. Tu única función en este mundo es perdonar tus pensamientos errados, cuando dejes de culpar a un "otro" lo que crees que hizo y todo lo que veas sea perfección e inocencia estarás listo para dar el siguiente paso.

Nuestro pequeño consejo, resultado de nuestra experiencia:
Toma el libro de texto y ábrelo al azar, o si lo tienes en PDF, desliza el ratón por el cursor al azar. Allá donde se detenga, eso es lo que el Espíritu Santo/Jesús te aconseja poner atención. Aunque quizás no te lo parezca, te ayudará en la práctica de la lección de hoy. ¡Disfruta!


Repaso de las lecciones 31 - 35

 

(31) No soy víctima del mundo que veo.

¿Cómo puedo ser la víctima de un mundo que podría quedar completamente des-hecho si así lo erigiese? Mis cadenas están sueltas. Puedo desprenderme de ellas sólo con desearlo. La puerta de la prisión está abierta. Puedo marcharme en cualquier momento sólo con echar a andar. Nada me retiene en este mundo. Sólo mi deseo de permanecer aquí me mantiene prisionero. Quiero renunciar a mis desquiciados deseos y caminar por fin hacia la luz del sol.

(32) He inventado el mundo que veo.

Yo mismo erigí la prisión en la que creo encontrarme. Basta con que reconozca esto y quedo libre. Me he engañado a mí mismo al creer que era posible aprisionar al Hijo de Dios. He estado terriblemente equivocado al creer esto, y ya no lo quiero seguir creyendo. El Hijo de Dios no puede sino ser libre eternamente. Es tal como Dios lo creó y no lo que yo he querido hacer de él. El Hijo de Dios se encuentra donde Dios quiere que esté y no donde yo quise mantenerlo prisionero.

(33) Hay otra manera de ver el mundo.

Dado que el propósito del mundo no es el que yo le he asignado, tiene que haber otra manera de verlo. Veo todo al revés y mis pensamientos son lo opuesto a la verdad. Veo el mundo como una prisión para el Hijo de Dios. Debe ser, pues, que el mundo es realmente un lugar donde él puede ser liberado. Quiero contemplar el mundo tal como es y verlo como un lugar donde el Hijo de Dios encuentra su libertad.

(34) Podría ver paz en lugar de esto.

Cuando vea el mundo como un lugar de libertad, me daré cuenta de que refleja las leyes de Dios en lugar de las reglas que yo inventé para que él obedeciera. Comprenderé que es la paz, no la guerra, lo que mora en él. Y percibiré asimismo que la paz mora también en los corazones de todos los que comparten este lugar conmigo.

(35) Mi mente es parte de la de Dios. Soy muy santo.

A medida que comparto la paz del mundo con mis hermanos empiezo a comprender que esa paz brota de lo más profundo de mí mismo. El mundo que contemplo ha quedado iluminado con la luz de mi perdón y refleja dicho perdón de nuevo sobre mí. En esta luz empiezo a ver lo que mis ilusiones acerca de mí mismo ocultaban. Empiezo a comprender la santidad de toda cosa viviente, incluyéndome a mí mismo, y su unidad conmigo.

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