Lección 58







Aprender a pensar con Dios, con el Amor, te enseña a ver un mundo envuelto en santidad, es decir, a ver un mundo completamente inocente de toda culpa, bondadoso, pacífico y amoroso, un mundo feliz, un mundo que refleja la imagen de Cristo. Al ver un mundo así es como aprendes que ésa es tu verdadera Identidad. 

Lo que piensas es lo que ves y lo que ves es lo que crees que eres, por lo tanto, en primer lugar trabajas con tu sistema de pensamiento porque así podrás recordar Quién en verdad Eres. Por mucho que se te diga que Eres el Hijo de Dios,  que Eres Cristo, no te lo vas a creer hasta que elijas practicar con tus verdaderos pensamientos y practicar con tus verdaderos pensamientos es practicar las lecciones de perdón del Espíritu Santo/Jesús.

Estar en el Amor es pensar con el Amor, es perdonar, ves "lo externo a ti" como parte de ti, tan santo como tú. Estar en el Amor es sentir el Amor en tu interior es sentir lo que tú Eres, así es como puedes verte en todo porque ahora eres consciente de que nada hay separado de ti, estás viendo tu mente en las imágenes que ves, y tu mente ahora está en el Amor por lo que todo lo que ves es tu santidad, el Amor que tú Eres. No hay pecado ni culpa sino perfecta inocencia.  Todas las figuras sienten el Amor porque son parte de ti, al tú bendecir al mundo con el Amor el mundo comparte contigo lo que tú compartes con él, la dicha y la paz perfectas, el Amor de Dios. Es por eso muy importante que te adentres más y más en sentir el Amor de Dios en ti porque el mundo podrá experimentar lo mismo que tú estás sintiendo, podrá soltar el miedo y la culpa porque tú lo estás haciendo en primer lugar, ya que el mundo es un reflejo de tus pensamientos. 

Perdonar es un proceso que llevamos a cabo a medida que nos adentramos más y más en el instante santo, un instante sin tiempo ni forma, un instante donde somos Uno con el Amor y entonces vemos como Cristo ve, vemos perfección y nunca pecado.

A medida que perdonas, a medida que percibes tu santidad, eres bendecido. Estás aprendiendo (recordando) a pensar con Dios. Dejas de temer al mundo, dejas de culparlo porque ya no hay miedo ni culpa en ti, sabes que estás en el Amor y que todo es Amor, en el Amor no hay culpables, en el Amor solo hay paz y dicha y eso es lo que percibes en el mundo. Reconoces tu santidad en el mundo porque la has reconocido en ti, no solamente tú has sido bendecido con la dicha y la paz del Amor de Dios sino todo el mundo porque todo es una misma mente. ¿No te gustaría que esa bendición perdurara eternamente? 

No hay nada que tu santidad no pueda hacer. Cuando estás en el Amor es el Amor (el Espíritu Santo/Jesús) Quien obra a través de ti, hasta que recuerdes totalmente tu verdadera Identidad. El cuerpo es Su instrumento, (Él se comunica a través de todo cuerpo porque todo cuerpo es tu Ser). Cuando estás en el Amor, en el instante santo (la mente quieta y tu corazón pleno de Amor) puedes escuchar Su Voz por medio de tu intuición, quizás te sugiera hacer algo en concreto, quizás digas o hagas algo que nunca hubieras imaginado decir o hacer, quizás es alguien o algo que llega a ti, lo cierto es que todo lo que hace o dice es una enseñanza, te está enseñando Quién en verdad Eres. Aprendes a comportarte como un Hijo de Dios porque has mantenido tu mente en el Amor. Si tu mente está llena de pensamientos del mundo no es posible que exista una verdadera comunicación porque antepones las ilusiones a Él, tu mente tiene que estar en calma para poder recibir al Amor.

El poder del Amor es ilimitado, es el poder de Dios y Su poder para salvar a Su Hijo es ilimitado. Aunque estés atrapado en tus propias ilusiones, en cuanto elijas identificarte con un  Hijo de Dios,  (sentir el Amor de Dios en tu interior en vez del miedo) estarás a salvo, porque en la Presencia del Amor de Dios ninguna ilusión puede permanecer, no puedes ser engañado cuando estás con Él, el miedo, la culpa, el dolor, el sufrimiento nada de eso es real, aprenderás a reconocerlo solo a Él en todo y al hacerlo enseñarás al mundo lo que en verdad Es y eso es lo que vas a aprender a Ser. Reconocer el Amor en ti, pues, es reconocer tu santidad, y al hacerlo, te salvas y salvas al mundo.

Al identificarte con un Hijo de Dios eres bendito, has elegido el Amor en vez del miedo. Todo lo bueno te pertenece,  el Espíritu Santo/Jesús se encarga de que nada te falte, tu camino ahora es suave y dichoso.  No tienes que hacer nada por tu cuenta, espera a que sea Él Quien te indique, por medio de cualquier cuerpo, el camino a seguir. Simplemente relájate, descansa, aprende a mantener tu mente quieta y en el Amor. Al principio quizás te cueste ser Su instrumente, pero si te mantienes firme en tu deseo de identificarte con un Hijo de Dios, poco a poco te será más fácil permanecer en el Amor y no en el miedo porque estarás desarrollando tu confianza en Él. 


Nuestro pequeño consejo, resultado de nuestra experiencia:
Toma el libro de texto y ábrelo al azar, o si lo tienes en PDF, desliza el ratón por el cursor al azar. Allá donde se detenga, eso es lo que el Espíritu Santo/Jesús te aconseja poner atención. Aunque quizás no te lo parezca, te ayudará en la práctica de la lección de hoy. ¡Disfruta!



 Repaso de las lecciones 36 - 40


(36) Mi santidad envuelve todo lo que veo.

De mi santidad procede la percepción del mundo real. Habiendo perdonado, ya no me considero culpable. Puedo aceptar la inocencia que es la verdad con respecto a mí mismo. Cuando veo el mundo con los ojos del entendimiento, sólo veo su santidad porque lo único que puedo ver son los pensamientos que tengo acerca de mí mismo.

(37) Mi santidad bendice al mundo.
La percepción de mi santidad no me bendice únicamente a mí. Todas las personas y todo cuanto veo en su luz comparten la dicha que mi santidad me brinda. No hay nada que esté excluido de esta dicha porque no hay nada que no comparta mi santidad. A medida que reconozca mi santidad, la santidad del mundo se alzará resplandeciente para que todos la vean.

(38) No hay nada que mi santidad no pueda hacer.

El poder curativo de mi santidad es ilimitado porque su poder para salvar es ilimitado. ¿De qué me tengo que salvar, sino de las ilusiones? ¿Y qué son las ilusiones sino falsas ideas acerca de mí? Mi santidad las desvanece a todas al afirmar la verdad de lo que soy. En presencia de mi santidad, la cual comparto con Dios Mismo, todos los ídolos desaparecen.

(39) Mi santidad es mi salvación.

Puesto que mi santidad me absuelve de toda culpa, reconocer mi santidad es reconocer mi salvación. Es también reconocer la salvación del mundo. Una vez que haya aceptado mi santidad, nada podrá atemorizarme. Y al no tener miedo, todos compartirán mi entendimiento, que es el regalo que Dios me hizo a mí y al mundo.

(40) Soy bendito por ser un Hijo de Dios.

En esto reside mi derecho a lo bueno y sólo a lo bueno. Soy bendito por ser un Hijo de Dios. Todo lo que es bueno me pertenece porque así lo dispuso Dios. Por ser Quien soy no puedo sufrir pérdida alguna, ni privaciones ni dolor. Mi Padre me sustenta, me protege y me dirige en todo. El cuidado que me prodiga es infinito y eterno. Soy eternamente bendito por ser Su Hijo.

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